domingo, 8 de diciembre de 2013

Eh, ¡que aquí también hay playa!

Hace unas pocas de semanas me vinieron a visitar maravillosas personas desde Barcelona. Aproveché la ocasión para enseñarles algunos lugares que yo ya había visto, como el Lake District o Lancaster, pero también para llevarlos a Blackpool, donde aún no había estado y que está bastante cerca de aquí también.

Una vez se fueron todas las visitas no tuve mucho tiempo de ponerme melancólica, porque esta semana que viene, la última, tenemos un montón de entregas y presentaciones, así que tenía que ponerme ya manos a la obra... Pero haré una pausa para airearme y así os cuento cositas.

A Manel y Alba los llevé a Lancaster, Manchester y Liverpool por petición suya, y por la impresión que me dio creo que disfrutaron bastante. A ellos les pareció más bonito Liverpool que Manchester, y a mi me siguió pareciéndolo también, aunque por suerte en ambos lugares pillamos el Christmas Market, y el de Manchester era considerablemente más grande y variado. 

Christmas Market en Manchester

"Mapa" del Christmas Market en Manchester

Encantados de visitar The Cavern...
Cantante interpretando "Hey Jude" en The Cavern, Liverpool
Si no me equivoco, el Río Mersey

Saint James Gardens & Cementery, en Liverpool

Saint James Gardens & Cementery, en Liverpool

Saint James Gardens & Cementery, en Liverpool
 Sin embargo, yo diría que, de las tres visitas, lo que más les gustó fue Lancaster... Yo ya había estado antes, pero ahora me gustó mucho más, todo él cubierto de una preciosa alfombra de hojas marrones, naranjas, rojas... Para mí, la gracia de Lancaster es que es el típico pueblecito inglés, con piedras adosadas en las calles, tiendas de caramelos que recuerdan a Harry Potter y un ambiente, ahora otoñal, que le dan un toque melancólico a la vez que cálido al gélido lugar.

Bah! Humbugs...





Hicimos una breve pausa para tomar un café en una cafetería-librería...

...Y acabamos zampándonos un buen Hot Chocolate con Marshmallows!
 Después de un intenso fin de semana y mucho turismo navideño (¡hasta todo Preston está ya lleno de árboles de Navidad y lucecitas!), llegó la despedida...

Time to say good-bye...
La verdad es que la despedida fue corta (para variar, casi perdían el tren, hehe) pero al marcharse, sentí un gran vacío. La estación estaba llena de gente, pero parecía no haber nadie en ella. Al llegar a casa, Blanca y Júlia estaban en el comedor, pero de repente noté un silencio tan intenso sin sus risas... 
Es verdad que aquí estoy disfrutando mucho de todo, la gente que estoy conociendo y a la que ya estoy muy aferrada, los viajes... Pero eso no me impide echar de menos el pedacito de mí que aún sigue en Barcelona, en cada uno de mis amigos, mi familia, en cada rincón de la ciudad.

La pena, sin embargo, no tuvo tiempo de quedarse mucho tiempo. En pocos días tuve que hacer mucha faena, porque al poco tiempo llegaba Blanca, con las pilas bien puestas y llena de energía para hacer mil cosas.

Esa semana, sin embargo, tenía más trabajos que hacer de la universidad, así que los viajes no pudieron ser tan largos como lo habían sido con la anterior visita. Aún y así, pude enseñarle algún que otro lugar bonito de Preston y llevarla a visitar Windermere, en el Lake District, que yo ya había visitado y había adorado, y Blackpool, donde aún no había estado.

Decoración de Navidad en el centro de Preston
Avenham & Miller Park vestido de colores de otoño...

"Old Cementery", en Preston también
Old Cementery
Old Cementery

De las dos visitas, creo que la que más nos gustó a ambas fue el Lake District. Fuimos un día entre semana que yo no tenía clase, por lo que no encontramos casi nadie durante la ruta, estábamos solas, ella, yo, las ovejas y el paisaje.

Los colores eran espectaculares. El verde intenso de la hierba hacía destacar aún más las hojas secas y a menudo ya caídas de los árboles, el viento hacía llevarse y traer a las nubes el sol a su antojo, y el lago estaba quieto y calmado, bajo un silencio sepulcral que sólo algunas gaviotas se atrevían a romper.








Como estamos más al norte, supongo, aquí anochece más pronto. Así que a eso de las tres y media, cuatro, el cielo ya empieza a adoptar esos colores que siempre nos dejan a todos tan hechizados, y el sol se va preparando para decir adiós...



Blackpool, sin embargo, tampoco nos desagradó. A ver, seamos sinceros. Como ciudad no vale mucho la pena. De hecho, la única fama que tiene por aquí Blackpool es ser lugar destinado únicamente a atracciones de todo tipo (como el parque de atracciones "Blackpool Pleasure Beach", o muchos otros centros para niños con atracciones de piratas, Games Centres para todas las edades, Bingos...) y lugares para salir de fiesta, muchos lugares de fiesta. La verdad es que la ciudad, al menos de día, es bastante fea, para qué nos vamos a engañar, aunque de noche quizás gane un poco al tapar la oscuridad los rincones feos e iluminarse Blackpool con las infinitas cadenas de lucecitas festivas que hay por todas partes (y no sólo en época de Navidad).

Lo que nos dejó boquiabiertas fue la playa. No tiene nada de espectacular, pero, al menos por mi parte, hacía tiempo que no sentía la (gélida, en este caso) brisa marina que tanto echaba de menos y, al haber habido hacía poco tormenta en alta mar, toda la orilla estaba aún llena de charcos que había dejado la marea alta, arrastrando con ella miles de curiosas conchas, caracolas, huevos de pez y hasta cangrejos (aunque ya estuvieran todos muertos...).

Blackpool Tower (un feo y fallido intento de Torre Eiffel, dicen)
Biblioteca de Blackpool

Esta foto me encanta. ¿A vosotros no?
No podía faltar la típica fotografía postureo en la arena...


Y la puesta de sol interrumpida por nubarrones en el horizonte...
Una vez Blanca se fue, otra vez a la carga, faena y más faena. El pasado viernes, sin embargo, ya celebramos la cena de Navidad que, en un principio, habíamos planeado para este próximo fin de semana, pero como habrá ya gente que se habrá marchado ya para las vacaciones de Navidad....

Yo en 7 días ya estaré cogiendo un avión dirección Barcelona. Por un lado tengo unas ganas terribles de volver, olvidarme de la llovizna que te empapa hasta el alma por las mañanas, la mala comida británica (¿cuisine? ¿existe acaso eso aquí?) y darles un buen achuchón a los míos. Por otro lado, me entristece enormemente saber que habrá gente a la que ya he cogido mucho cariño que ya no volveré a ver, como Alice, la checa, que ya no vuelve en Enero. También me apena que otros volverán, como Irene, Larissa y Sandra, pero antes de Febrero ya habrán vuelto a su país para seguir con su vida allí...

¡Cómo los voy a echar de menos...!




sábado, 7 de diciembre de 2013

Lo peor de estudiar Relaciones Públicas

Corto en seco el estilo aventurero de este blog para hacer una, espero, breve reflexión sobre un tema que me afecta tanto académica como personalmente.

Después de estudiar tres años una carrera de comunicación, he llegado a una simple y breve conclusión. Lo peor de estudiar Relaciones Públicas no son las interminables clases de sociología (en las que a menudo te preguntas ¿y esto para qué sirve?, y meses después, al viajar al extranjero y ver que muchos no tienen ni papa idea dices, "Aaah, para eso sirve..."), lo peor tampoco son los soporíferos comunicados de prensa que debes practicar una y otra vez pensando, ¿no habrá una manera más fácil y lúdica de llegar al periodista y que ninguno de los dos nos durmamos hablando de esta noticia?, lo peor no es la competividad de los compañeros de publicidad, no...

Lo peor de estudiar Relaciones Públicas es el victimismo.

Sé que sólo tengo veinte años y que mi perspectiva de la vida y las relaciones tanto profesionales, académicas como interpersonales puede ser algo escasa, pero hay ciertas cosas que no pasan desapercibidas nunca.

A lo largo de la carrera, como he dicho, me he encontrado con dificultades. Algunas severas, otras ligeras, y siempre de todos los tipos y colores posibles: con los compañeros, con los profesores, con los contenidos, con la parte práctica... Y a pesar de desanimarme, al contrario, me han alentado a seguir adelante. Cada piedra en el camino se convierte en una rueda para ayudarte a recorrerlo si sabes cómo aprovecharla. Pues bien, desde que empecé, decidí hacer de cada experiencia, fuera buena o mala, una oportunidad para aprender y prever qué me encontraré en el futuro.

Y el futuro lo veo negro.

¿Por qué?

Sencillo. Da igual dónde estés. Barcelona, Preston, Boston o París. Siempre hay gente victimista. Lo que me preocupa en realidad no es ese grupo de gente. Lo que me preocupa es la cantidad de personas de ese grupo en particular que se dedican a estudiar Relaciones Públicas.

Algún día quiero y espero ejercer la profesión de manera honesta, a pesar de las mentiras que se pueden encontrar en el mundo de la comunicación. Es verdad, mucha gente no considera la publicidad una profesión sincera. Qué queréis que os diga, para mí todo trata sobre puntos de vista y sobre quién maneja las riendas. Obviamente, la gente miente, las marcas hacen estrategias crueles y se llenan los bolsillos. Pero la publicidad también puede cambiar hábitos, difundir ideas. Estaréis cansados del ejemplo, pero yo me quedo con Dove y sus "mujeres reales". Aunque después la misma empresa posea también Axe, lo sé. Pero en el departamento de comunicación de Dove, alguien debió pensar un día: y si no somos nosotros los que lo hacemos mal, ¿y si es la sociedad quién se equivoca?
Y voilà. Mujeres reales y ventas espectaculares.

En fin. Me estoy desviando del tema.

Lo que me fastidia del mundo de las relaciones públicas es la gente que se cree que está en arte dramático: siempre haciéndose la víctima, siempre interpretando un papel. Sé que es un mundo competitivo, sé que hay quien no tiene piedad. Pero hay cosas que no tolero.
Al principio pensaba que sería cosa de Barcelona. Ciudad grande, muchos tipos de gente, una misma cultura. Pero en Preston es igual. Ciudad pequeña, universidad grande, multiculturalidad y gente haciéndose la víctima delante del profesor para conseguir puntos extra a tu costa, basándose en una idea tuya o, sencillamente, porque sí.

Esta entrada surge de un efímero evento en particular sucedido hoy y el cual me ha hecho darme cuenta de que sí, en el futuro me espera mucha gente así y, lo peor, gente que alimenta el ego de ese tipo de personas porque es demasiado estúpida o, llamémoslo de una manera más suave, perezosa, para darse cuenta de lo que sucede a su alrededor.

Y lo que sucede a nuestro alrededor, señores, es que no podemos seguir así. Debemos enfocarnos más en valorar el esfuerzo y los resultados que en las embellecidas palabras y las buenas impresiones llenas de falsas apariencias. Porque pensaréis que las relaciones públicas tratan de eso. Pero las relaciones públicas, para mí, no tienen nada que ver con ello.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Happy Birthday to me

Domingo por la mañana. Música animada para empezar bien el día (canción que, por cierto, siempre me recuerda a mi profesor de Economía en Bachillerato, ya que un día se puso a cantarla en clase y desde entonces que nunca se me olvidará... hehe) y un buen desayuno. En un ratito Irene (también conocida como "la de Madrid") vendrá a recogerme para irnos de compras al Trafford Centre. ¿Suena a domingo entretenido, eh?

Antes, sin embargo, lo prometido es deuda. Debo seguir con mi publicación de ayer y explicar qué tal mi cumple. Podría resumir mucho. Resumir nombrando un sinfín de adjetivos tales como "fantástico", "increíble" o "inolvidable", pero me limitaré a decir que no se me hubiera ocurrido una mejor manera de empezar mis 20. Ojalá todo el año siga yendo tan bien como empezó, porque de verdad que me emocionó muchísimo todo lo que me montaron estos petardos.

El miércoles no tenía clase, a pesar de que la mayoría de mis compañeros de Erasmus sí, y como no quería quedarme encerrada en casa el día de mi cumpleaños, Marian me regaló una escapada a Chester, un pequeño pueblecito en la frontera con Gales con mucho encanto. Hacía frío y llovió un poco, pero es justo así como más me gusta a mí que sea el tiempo, así que, a pesar de ser un día gris, para mí siguió siendo un bonito día feo. Lo que más vale la pena de ver de Chester es el centro, ya que tiene unos edificios con una arquitectura muy característica que, junto con las lucecitas de Navidad ya colgadas (aunque no encendidas :(...) le dan al lugar una belleza británica muy singular. Lo que más me gustó, a parte de los miles de cisnes y patitos que había en el río que cruzaba tanto Chester como su verde y amplio parque, fueron los numerosos salones de té que habían en todas las calles. De verdad, qué maravilla. (Recordad que si clickáis sobre las imágenes las podréis ver más grandes:)




 

¡Había un montón de ardillas!



Hehe



¡Encontramos hasta una cafetería ambientada en el Central Perk de la serie "Friends"!

Obviamente, sobra decir que entramos en uno de los salones de té y me tomé un delicioso Earl Grey con leche acompañado de un rico pedacito de Millionare's Shortbread.


Por la noche, después de un par de Skypes con mi familia y Carla que, como os podéis imaginar, me hicieron mucha ilusión, cené con mis compañeras de piso: Blanca, Júlia e Irene (sí, la de Madrid que, técnicamente, no es nuestra compañera de piso, pero como en esta casa ya es como de la familia, ya la contamos siempre como tal). Y qué sorpresa al ver que de postre me esperaba un rico panettone al ritmo de sus risas y sus desafinados dulces "cumpleaaaaaaaaños feeeeeeliiiiiz..." (hehehe).

La cosa es que como el jueves por la mañana todos teníamos clase, propuse celebrar mi cumpleaños el jueves por la noche en vez del miércoles, para que todos pudieran asistir. Sin embargo, de repente todo el mundo (o casi), tenían algo. Alfonso tenía que preparar un programa para Freshers TV (lo cual no era la primera vez que le pasaba, teniendo que llegar un poco más tarde de lo usual a nuestras míticas jueves noche de Erasmus), Marian había quedado para estudiar por la noche con compañeros (a pesar de no tener clase esta semana... wtf!?), Alice, como siempre, sí tenía clase el viernes, como Blanca, así que al final la mitad me dijeron que iba a ser mejor hacerlo el viernes por la noche...

El jueves fue bastante aburrido, como podéis imaginar. Clase, ir a comprar, hacer la comida, deberes... Y pasarme la tarde sola en casa. Blanca estaba haciendo un trabajo con los de su clase de publi, y Júlia llegó de una excursión pero se fue pitando a la biblioteca a no sé qué de unos libros. Todo el mundo estaba desaparecido. 

De repente, sin embargo, Irene llama. Se le ha estropeado el ordenador y Alfonso, en un intento de arreglarlo, lo ha dejado peor. Le digo que se venga a casa, se me pone a llorar: tiene que entregar un trabajo al día siguiente, el ordenador ni se enciende y se ha peleado con Alfie. Le ofrezco todo el té y chocolate que tengo... Y me dice que por favor la acompañea casa de Arlémi, que como estudia informática quizás pueda volverle a arreglar el ordenador. Ahora que lo pongo todo en escrito lo veo más que claro, pero supongo que como soy un poco empanada y bastante ingenua (sobre todo si se me presenta la madrileña hecha una madalena), pasé por alto todas las señales.

Llegamos al piso de Arlémi. Entro, me coje el abrigo y me dice que vayamos tirando al comedor. Abro la puerta y, entre la oscuridad, vislumbro un montón de cabecitas sonrientes de oreja a oreja que, de repente, se ponen a gritar "SURRRRRRPRIIIISEEEEEEEEEEEEEEEEEEE!".

Lo disimulé bien, pero entre abrazo y abrazo debo reconocer que tuve que hacer un gran esfuerzo para aguantarme las lágrimas de la emoción. Lo tenían todo planeado desde el principo e Irene, sin duda, es una actriz demasiado buena... O yo demasiado tonta, que también puede ser, porque hay que ver...

Fue una noche muy "española" a su estilo también. Me prepararon sangría (¡de la verdad, rica, rica!) y, después de la rica tarta de chocolate hecha por mis chicas, los compañeros de piso de Marian me regalaron una botella de cava de Barcelona (¡podéis imaginaros la ilusión que me hizo!). 



Para continuar con la emotividad, Arlémi me regaló mi canción favorita, Belice, de los Love of Lesbian, tocada y cantada por él con su guitarra. Lo hizo genial, tanto que ni parecía que la estuviera cantando un francés, porque, aunque no habla castellano, cantó sin apenas acento. Obviamente eso ya fue demasiado para mí y de repente me convertí en las Cataratas del Niágara de tanta lágrima. Antes de eso, sin embargo, ya me habían tocado la fibra sensible con otros regalos del que, sin duda, mi preferido fue una libreta de cocina en la que todos escribieron una receta típica de su país o, sin más no, de quiénes eran ellos. Como podéis imaginar va a ser un libro de recetas muy internacional, entre recetas alemanas, checas, irlandesas, españolas y toda la pesca. ¡Hasta tenía una receta típica de esta casa! "Arroz de sobras":

1. Abrir la nevera.
2. Ver qué sobras tienes por ahí sueltas.
3. Cortarlo todo a trocitos pequeños y ponerlo en un bol.
4. Hervir arroz.
5. Escurrir el arroz, mezclarlo con el resto de ingredientes del bol y... voilà! Best students recipe ever!
Una de las recetas, escrita por Larissa

Como de costumbre, acabamos la fiesta en el Adelphi, donde las felicitaciones siguieron vía sms publicado en las pantallas del garito y con una dedicada canción de los Red Hot Chili Peppers que llegó tarde, pero llegó :).



Será por este tiempo melancólico, porque Noviembre siempre ha sido mi mes favorito y eso le da un extra de felicidad a estos días, porque estoy compartiendo una experiencia única con gente maravillosa, será porque estos días estoy sensiblona o será por lo que tenga que ser, pero cada mañana me levanto con una especial ilusión de saber que algo inolvidable pasará durante el día. ¡Ojalá esto no se acabara nunca...!