jueves, 20 de febrero de 2014

Sobre Leeds

Para empezar el mes, el 1 de febrero fuimos a Leeds. Era otra de las ciudades que teníamos pendientes a visitar desde hacía tiempo, a pesar de no haber recibido muy buenas críticas al respecto.

El día no pintaba muy soleado, pero el pronóstrico tampoco anunciaba lluvias, así que cruzamos dedos y cogimos un tren a las nueve destino Leeds. El recorrido en tren era prácticamente el mismo que habíamos hecho hasta York, con la única diferencia que teníamos que bajar una parada antes al tomar el segundo tren, después de hacer trasbordo en Manchester Oxford Road.

Nada más salir de la estación, fuimos al centro turístico (a menos de 100 metros de donde estábamos, hacia la izquierda y sin cambiar de acera), donde nos dieron un mapa gratuito de la ciudad. La verdad es que en el mapa parecía más grande de lo que resultó ser (al menos el centro turístico), y todo estaba mucho más cerca de lo que aparentaba.

Lo primero que vimos fue la biblioteca pública, al lado del Leeds Town Hall, de unas dimensiones grandiosas en comparación al resto de edificios que lo rodeaban. Pudimos entrar y ver el precioso auditorio que se escondía en su interior, aunque no pudimos subir a la torre del reloj que véis en las siguientes fotos, porque para ello hacía falta apuntarse a un tour y ese día había habido pocos y el último había acabado hacía media hora.



En Leeds predominan los edificios que, como me pareció en Manchester, tienen un estilo industrial muy singular. En cierta manera, me recuerdan a la biblioteca de mi facultad en Barcelona, pero en muchas ocasiones, de un tono rojizo más característico.




Nuestra siguiente parada fue el Millenium Square, en el cual descubrimos un homenaje a Nelson Mandela en sus Mandela Gardens, donde mucha gente había dejado flores. Los jardines tenían un extraño colorido en contraste a los edificios de tonalidades más apagadas que los rodeaban, y claramente chocaban con las instalaciones de una pista de hielo que habían construido temporalmente detrás, que, a pesar de ser una gran atracción de tiempo libre, chocaban bastante.



  


Al otro lado de la pista de hielo que estaba enfrente del Leeds City Hall, encontramos el Leeds City Museum. Como la entrada era gratuita, decidimos entrar a echar un vistazo. Si os tengo que ser franca, no es el mejor museo de todos los que he visitado, pero tenía montones de datos históricos curiosos que, complementados con muchas actividades para niños, hacían del museo el lugar perfecto para pasar un día en familia (de hecho, me parece que fuimos los únicos allí que no iban el rollo familiar).


La verdad es que Leeds no ha sido una de mis visitas favoritas. Es un buen lugar para ver algo diferente cuando ya has visto casi todo lo demás, pero exceptuando algún lugar como el Leeds Corn Exchange, construido en la segunda mitad del siglo XIX, y determinadas iglesias repartidas a lo largo y ancho de la ciudad, no vi nada que me pareciera extraordinariamente bonito. También supongo que el estilo de ciudad inglesa que Leeds posee es uno al que ya me he acostumbrado durante mis ya numerosas visitas a Liverpool, Manchester y similares, así que quizás es más difícil impresionarme.



El exterior del Leeds Corn Exchange...

... Y su interior, lleno de tiendecitas


Otro lugar curioso que visitamos fue el Leeds Kirkgate Market, que según tengo entendido, es uno de los mercados cubiertos más grandes de Europa desde que lo construyeron en 1904. La verdad es que me recordó a la Boquería de Barcelona, no por sus dimensiones, sino porque parecía ser el típico lugar de la ciudad en el que, si no encontrabas algo, no lo encontrarías en ningún otro sitio.

Foto de Alfonso

Aprovechando que nos acercábamos al centro comercial de la ciudad, Trinity Leeds, comimos por la zona. En ese momento me volví a sentir en una ciudad. Era sábado ya por la tarde, y los muchos comercios del lugar estaban llenos, dando mucha vida a las calles (no como en Preston, que lo más común un sábado por la tarde en el centro es que haya poca gente en comparación).

Foto de Alfonso

Foto de Alfonso
Tras nuestro descanso para reponer fuerzas, y después de haber visto todo el centro de la ciudad, nos dirigimos al Royal Armouries, un museo con, si no recuerdo mal, cuatro plantas llenas de armas, escudos y montones de historia sobre guerras y batallas. En nuestro camino pasamos por River Aire, como veis en estas fotos de Alfonso, donde, en el puente, encontramos un montón de candados al más puro Moccia style.

 

 


Si os tengo que ser sincera a mí el mundo de las armas y las guerras, como que no me va mucho. Así que mientras Marian se impresionaba con las mil y unas historias que el museo ofrecía, yo me dedicaba (aunque con compañía de Alfonso y Júlia) a pasármelo bien a mi manera y sacar provecho a las instalaciones infantiles (y no tan infantiles) del edificio...




Sin embargo, tengo que reconocer que, si te gusta la historia bélica, la visita al Royal Armouries es obligatoria. No sólo porque es gratuito, sino porque ofrece más de 8500 objetos bélicos en cinco galerías diferentes, dividas en secciones de guerra, oriental, caza, defensa personal y torneos.

Tras la visita al museo, como aún nos sobraba tiempo, remoloneamos un poco por el centro e hicimos algunas compras, aprovechando las ultimísimas rebajas inglesas. Poco despuésl cogimos el tren y llegamos mucho más cansados de lo que esperábamos a Preston.
Estos días he estado saturada, entre la uni, una oferta interesante de Relaciones Públicas que me ha surgido para trabajar hasta este junio (si todo sale bien, ya os contaré...) y una visita muy esperada, ¡no daba abasto! Sin embargo, ¡mañana prometo hablar sobre ello y publicar algunas preciosas fotos de una grandísima fotógrafa!

1 comentario:

  1. jejejeje, home doncs a les fotos no sembla tan lleig! M'ho imaginava pitjor x')
    No té l'encant de Lancaster però també té cosetes boniques... i como no llocs on fer-se fotos molones jeje (no poden faltar, són les millors x'P!)

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